20 de noviembre de 2012

Pastel irlandés de Salmón.

Como casi todo en esta vida, las cosas más sencillas son las que más ricas están.
Y que los niños coman pescado, a veces se nos pone muy cuesta arriba. Si encima debemos cubrir las cuatro raciones de pescado semanales que se recomienda para la dieta infantil, las comidas pueden convertirse en una verdadera batalla campal.
Siempre nos han dicho que con la comida no se juega, pero.... ¿quién niega que una presentación así no abre el apetito hasta al más reticente?
 
 Esta es una sencilla receta de aprovechamiento. Sus orígenes están en el condado de York (según algunos), aunque son los irlandeses quienes han conseguido llevarlo al punto de maestría.
Surgió ante la necesidad de dar uso al pescado que sobra, o las "mollas" del pescado que se utiliza para el caldo. Ya casi hemos perdido la costumbre de "aprovechar" esa comida que queda. Recuerdo a mi abuela que hacía un refrito con la carne del cocido que estaba casi más bueno que el plato del día anterior.
En este caso, yo prefiero comprar el pescado para hacer los pasteles, porque hago cantidad y los congelo (otra ventaja). Son ideales para una cena ligera y nutritiva, para acompañamiento de verduras a la parrilla o hervidas.... o se les puede acompañar con un poco de pasta blanca enriquecida con mantequilla y nuez moscada.
El aspecto final es el de un filete empanado, por eso no causan rechazo en los niños y en quienes no son amantes del pescado.
Para su elaboración puedes utilizar cualquier pescado: salmón, merluza, bacalao, sardina... y debes añadir alguna verdura: guisantes, judía verde, calabacín... Sólo pon un poquito de imaginación!!!

INGREDIENTES:
Para 250gr de pescado,
600gr de patata,
Huevo batido,
1 cebolla,
guisantes,
medio vaso de leche,
sal, pimienta,
1 hoja de laurel,
pan rallado,
harina.





Mientras hierves las patatas en agua con sal, aceite y una hoja de laurel, trocea el salmón (o pescado que hayas decidido) en dados más bien pequeños. Asegurate de quitarle todas las espinas que pudiera tener.



Pica la cebolla (no la ralles, siempre será agradable dar una textura más natural al pastel) y sofríela en una sarten con buen aceite. Añade los guisantes.












Cuando la cebolla y los guisantes estén, retíralos escurriéndolos bien, y en la misma sarten a fuego medio añade el pescado salpimentado. Procura ir moviéndolo para que se haga pronto y no se reseque. En mi caso, una vez los dados de salmón estuvieron rosaditos por todos lados, empecé a desmenuzarlos con la misma cuchara de palo.


















Incorpora a la sarten, otra vez, la cebolla con la verdura, mezcla durante unos momentos y retira del fuego.
Reserva.



















Cuando las patatas estén hervidas, escúrrelas y haz un puré con un poco de sal y leche (quedarán más sabrosas y suaves). Incorpora el pescado y la verdura escurridos y mezcla bien para que quede homogéneo.

Ahora llega el momento de pringarse!!
Aquí puedes pedir la colaboración de los niños. A ellos les encanta manipular y no les importa llenarse las manos de masa: es una actividad divertida!
Aprovecha para inculcarles la importancia de lavarse las manos cuando trabajamos con alimentos. Y explícales los ingredientes que utilizamos.
Con los más pequeños es interesante hablar sobre el orígen de cada uno de ellos, recordarles que no han estado toda la vida en la nevera, ni han crecido en el supermercado es sano para su aprendizaje de la vida. Si puedes, cuando visites algún lugar en el que hayan gallinas, o trigo, o pescado, recuérdales este ratito en el que contribuyeron a transformar la materia prima en alimentos sanos.
 
Volviendo a la receta:
Tenemos que hacer una forma de "hamburguesa" con nuestro puré, que hay que pasar por HARINA, HUEVO BATIDO y PAN RALLADO, en ese orden. El problema es que el puré tiene tendencia a quedarse pegado en tus manos, y cuando lo pasas por el huevo, se reblandece. Una solución es dejar reposar esta mezcla en la nevera durante unas horas para que la patata se enfríe y coja consistencia. Otra es utilizar dos cucharas soperas para coger porciones de ese tamaño, darles forma alargada, y pasarlas por nuestros mejunges, antes de atreverte con las manos para aplastarlas. (funciona)

 
Llegados a este punto, puedes hacer dos cosas: congelarlas para utilizarlas en otro momento, o ...........

....................freirlas directamente!
(Te aconsejo que seas cauteloso y les des la vuelta ayudándote de dos tenedores y con bastante mimo, por lo menos, hasta que queden crujientes. Se pueden romper en cualquier momento.)
Como todo lo que llevan está cocinado, sólo tendrás que dorar la corteza.

A que son irresistibles????
 
 

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